En tanto que uno va saliendo de Cafayate aún saboreando el gusto por la comida, el perfume de los vinos, los colores de sus vistas. También algo apunado, pero no da para arruinar todo lo que disfrutamos en nuestra primer parada en la provincia de Salta, así es que a las puertas de Cafayate, mapa en las rodillas y a decidir nuestra próxima ruta, en una breve mirada decidimos que la mejor opción era tomar el camino a través de la Quebrada de Las Conchas. A pocos kilómetros de de tomar la ruta de la Quebrada, nos encontramos con el Obelisco, una de las tanta figuras talladas por el tiempo y la naturaleza. Allí justo en la ruta y el Obelisco nos encontramos con la sonrisa de Don Pedro Nuñez, artesano alfarero y se podría decir que un poco "dueño" del lugar, ya que allí a pocos metros y no a la vista "para no arruinar el paisajes ", tiene su "motor-home", su moto, su horno y su mesa de trabajo. Allí vive, trabaja y vive feliz.
Don Pedro Nuñez es misionero , tiene más de setenta años, salió de su provincia ya hace más de treintaicinco años y solo volvió un par de veces para ver a su hermana y a su casa, a la cual piensa volver cuando se "canse de esto", porque sabe también que su lugar es muy bello.
La charla se fue poniendo más agradable a media que su historia iba creciendo, Cuando cerraron "La Vialidad" , empresa para la que trabaja toda su vida, se atrevió a un comentario político, que de eso no entiende nada, ni le interesa, ya que solo sabe de su trabajo, y siempre sonriendo nos dijo en tono confidencial en medio del paisaje "sabia ser pícaro este Menem". Allí es donde comenzo con la alfarería
Cuando le pregunte si estaba solo, me miro y dijo acaso no estoy con ustedes ?. Siempre alguien hay para conversar, si hasta he hablado con rusos, que yo de eso no sé nada, pero la cosa es que hablamos . "Mujer tuve, pero la despedí ya que era una amargada y me estaba amargando la vida a mi, no tenía ganas de trabajar, tampoco podía disfrutar de estas linduras que nos rodean, hasta amargaba a los clientes que paraban aquí, se imagina don".
Dice que algunas noches le gusta escuchar la música de la quebrada que es viento entre ramas y piedras, el agua del río a veces baja fuerte y eso también suena a música. También cada tanto le gusta algún sábado llegarse hasta Cafayate para saber como anda el mundo y encontrarse con alguien conocido, aclarando que si es conocida mejor.
Mientras habla acomoda su mercaderia, nos da clases de alfareria, saluda a todos lo que pasa frente a el auto, ómnibus, moto, bicicleta, llama o avestruz. La verdad es que daban ganas de quedarse allí y seguir escuchando para aprender como de tanta simpleza disfrutar de esta vida. Le compramos un par de cacharros y nos despedimos de Don Pedro.
lunes, octubre 03, 2011
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